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XXIII Aniversario Jufra San Martin

XXIII Aniversario Jufra San Martin

lunes, 15 de diciembre de 2008

El Sueño de Maria



"Tuve un sueño, José. No lo pude comprender pero creo que se trataba del nacimiento de Nuestro Hijo. Creo que sí era acerca de eso.

La gente estaba haciendo los preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban las casas y compraban ropa nueva. Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos.

Era muy peculiar ya que los regalos no eran para nuestro Hijo. Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños; todo lo colocaban debajo del árbol. Sí, un árbol dentro de sus casas. Esta gente estaba decorando el árbol también. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban. Había una figura en lo alto del árbol. Me parecía ver un ángel. ¡Oh! era verdaderamente hermoso.

Toda la gente estaba feliz y sonriente. Todos estaban emocionados por los regalos, se los intercambiaban unos con otros. Pero José, no quedó alguno para nuestro Hijo. ¿Sabes? Creo que ni siquiera lo conocen, pues nunca mencionaron su nombre.

¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen? Tuve la extraña sensación de que si nuestro Hijo estuviera en la celebración hubiese sido un intruso solamente.

Todo estaba tan hermoso, José, y todo el mundo feliz; pero yo sentí enormes ganas de llorar. Que tristeza para Jesús, no querer ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños.

Estoy contenta porque sólo fue un sueño, José; pero que terrible si esto hubiese sido realidad."

jueves, 4 de diciembre de 2008

Navidad




La Navidad (latín: nativitas, 'nacimiento' ) es una de las fiestas más importantes del Cristianismo, junto con la Pascua y Pentecostés, que celebra el nacimiento de Jesucristo en Belén.



Esta fiesta se celebra el 25 de diciembre por la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana, algunas otras Iglesias protestantes y la Iglesia Ortodoxa Rumana; y el 7 de enero en otras Iglesias Ortodoxas, ya que no aceptaron la reforma hecha al calendario juliano, para pasar a nuestro calendario actual, llamado gregoriano, del nombre de su reformador, el Soberano Pontifice Gregorio XIII.



Los angloparlantes utilizan el término Christmas, cuyo significado es ‘misa (mass) de Cristo’. En algunas lenguas germánicas, como el alemán, la fiesta se denomina Weihnachten, que significa ‘noche de bendición’. Las fiestas de la Navidad se proponen, como su nombre indica, celebrar la natividad (o sea, el nacimiento) de Jesús de Nazaret en este Mundo.






Origen de la corona de adviento



Corona de Adviento, uno de los símbolos de este tiempo litúrgico.
La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:


La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.


Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas: Nos hace pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas de la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia. Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.
El listón rojo: representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

Adviento



El adviento (latín: adventus Redemptoris, 'venida del Redentor' ) es el primer periodo del año litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación para el nacimiento del Salvador. Su duración es de 21 a 28 días, dado que se celebran los cuatro domingos más próximos a la festividad de Navidad.
Marca el inicio del año litúrgico en casi todas las confesiones cristianas. Durante este periodo los feligreses se preparan para celebrar la conmemoración del nacimiento de Jesucristo y para renovar la esperanza en la segunda Venida de Cristo Jesús, al final de los tiempos Parusía.
Durante el adviento, se prepara en cada hogar (no sólo en la Iglesia) una corona de ramas de pino, llamada Corona de adviento con cuatro velas, una por cada domingo de adviento. Hay una pequeña tradición de Adviento: a cada una de esas cuatro velas se le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana, por ejemplo: la primera, el amor; la segunda, la paz; la tercera, la tolerancia y la cuarta, la fe.
Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.

sábado, 1 de noviembre de 2008

1 de Noviembre "Todos Los Santos"


La fiesta de Todos los Santos se celebra el 1 de noviembre en la Iglesia Universal desde el año 840. Antes de esta fecha, había un día para recordar y celebrar a todos los mártires, hasta que el Papa Bonifacio IV, transformó un templo griego dedicado a todos los dioses (Partenón), en un templo cristiano, dedicándolo a "Todos los Santos". Desde entonces la fiesta se fue extendiendo, primero en Europa y luego en todo el mundo. Como fiesta mayor, tenía su celebración vespertina en la vigilia ( la noche del día anterior - 31 de octubre - ) para preparar la fiesta. En Inglaterra se le llamó a esta vigilia vespertina: All Hallow’s Even (Vigilia de todos los santos). Con el paso del tiempo su pronunciación fue cambiando….All Hallowd Eve …., All Hallow Een….., Halloween. Por esto ahora se relaciona esta fiesta con la tradición norteamericana del halloween que, en su forma actual, nada tiene que ver con las fiestas cristianas. Desde la Iglesia primitiva, los cristianos siempre hemos venerado a los mártires por su virtud heroica. Al guardar en nuestros corazones sus memorias y su ejemplo, nos animan a vivir también nosotros la radicalidad del Evangelio. Es por ello que se guardan sus reliquias. Estas pueden ser partes de sus cuerpos o de sus ropas u otros artículos asociados con ellos. En la Biblia leemos que los cristianos guardaban hasta las ropas y pañuelos que San Pablo hubiese tocado (Hechos 19,12). Durante la persecución de Diocleciano (284-305) hubieron tantos mártires que no se podían conmemorar todos. Así surgió la necesidad de una fiesta en común la cual se comenzó a celebrar, aunque en diferentes fechas, a partir del siglo IV. La Roma pagana observaba el fin del año el 21 de febrero con una fiesta llamada Feralia, para darle descanso y paz a los difuntos. Se rezaba y hacían sacrificios por ellos. Con la cristianización del imperio, los papas pudieron remplazar las prácticas paganas. El 13 de Mayo de 609 o 610, el Papa Bonifacio IV consagró el Panteón Romano (donde antes se honraba a dioses paganos) para ser templo de la Santísima Virgen y de todos los Mártires. Fue así que se comenzó la fiesta para todos los santos. Gregorio III (731-741) la transfirió al 1ro de Noviembre. Gregorio IV (827-844) extendió esta fiesta a toda la Iglesia. Los Ortodoxos griegos celebran a todos los santos el primer domingo después de Pentecostés. Hoy es necesario renovar la Solemnidad de Todos los Santos. Si no la vivimos, fiestas paganas, como Halloween, tomarán su lugar.

viernes, 24 de octubre de 2008

¿Halloween?


Es una fiesta proveniente de la cultura céltica que se celebraincipalmente en Estados Unidos en la noche del 31 de Octubre. Los niños se disfrazan para la ocasión y pasean por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta. Después de llamar a la puerta los niños pronuncian la frase "truco o trato" o "Dulce o truco" (proveniente de la expresión inglesa trick or treat).

La palabra Halloween es una derivación de la expresión inglesa All Hallow's Eve (Víspera del Día de los Santos).

Se celebraba en los países anglosajones, principalmente en Canadá, Estados Unidos, Irlanda y el Reino Unido. Pero actualmente se celebra en casi todos los países occidentales con mayor o menor presencia.

Sus orígenes se remontan a los celtas, y la fiesta fue exportada a los Estados Unidos por emigrantes sobre todo irlandeses en el siglo XIX,más o menos hacia 1846. La fuerza expansiva de la cultura de EE.UU. ha hecho que Halloween se haya popularizado también en otros países. El día de Halloween, en tiempos modernos se considera una fiesta estadounidense

Los fieles difuntos(Continuacion)


De San Gregorio se narran dos hechos interesantes:
El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del purgatorio.

Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio". Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.

La respuesta de San Agustín: a este gran Santo le preguntó uno: "¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?", y él le respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él".

¿Vamos a rezar más por los difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie, pero sí rezan y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.

Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora

Una oración por su alma, la recibe Dios (San Agustín).

Cada uno se presentará ante el tribunal de Dios para darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y de lo malo (S. Biblia).

2 de Noviembre "Los fieles difuntos·"


Los fieles difuntos

Las tres Iglesias: Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos. Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer). Iglesia militante: los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal. E Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio purificándose de sus pecados, de las manchas que afean su alma.

El catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un texto de máxima autoridad para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:

1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma (1030).

2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14).

3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º. de los Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46).

4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma").

5ª. San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".

domingo, 12 de octubre de 2008

Franciso de asis




Francisco de Asís (en italiano Francesco d'Assisi) (Asís, Italia, 1181/1182 – Ibídem, 3 de octubre de 1226) fue un santo italiano, fundador de la Orden Franciscana y de una segunda orden conocida como «Hermanas Clarisas», ambas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia Católica en la Edad Media, al contrario de otras hermandades —como los cátaros— que fueron consideradas herejes. De ser hijo de un rico comerciante de la ciudad en su juventud, pasó a vivir bajo la más estricta pobreza y observancia del Evangelio. En Egipto, intentó infructuosamente la conversión de musulmanes al cristianismo.
Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras ésta crecía; aun así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en la historia de
estigmatizaciones visibles y externas.[1] Fue canonizado por la Iglesia Católica en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre. Es conocido también como el poverello («pobrecillo», en italiano).




Nació bajo el nombre de Giovanni. Sus padres fueron Pedro Bernardone y Donna Pica, provenzal; tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo. Su padre era un rico comerciante de paños que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por lo que su padre lo apodó después como Francesco o el francesito; también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.
Francisco recibió la educación regular de la época, en la que aprendió
latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos, en sus correrías periódicas, ni en dar pródigas limosnas; como cualquier hijo de un potentado tenía ambiciones de ser exitoso.
En sus años juveniles la ciudad ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del
Sacro Imperio. En 1197 lograron quitarse la autoridad germánica, pero desde 1201 se enfrascaron en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año.
Desde
1198 el pontificado se hallaba en conflicto con el Imperio, y Francisco formó parte de la armada papal bajo las órdenes de Gualterio de Brienne contra los germanos

jueves, 14 de agosto de 2008

NO PIERDAS LA FE

Una joven de 18 años soñaba con que su familia la acompañara a todos los eventos de la iglesia a la cual ella asistía, pero les era imposible; sin embargo, ella no se daba por vencida y todos los días le pedía a Dios en sus oraciones que le demostrara a su familia que El era lo más importante en cada una de sus vidas.

Le ofreció rosario y cualquier cosa por difícil que fuera, con el fin de encontrar el momento donde su familia y ella pudieran estar junto a El.

Un 28 de marzo del 2002, jueves santo, obligaban a la joven que fuera con su familia a la finca de paseo, por la semana santa.

Ella se rehusaba debido a que no quería faltar a la procesión donde iba a participar con el papel de la Virgen Dolorosa y realizar 150 antorchas con su grupo juvenil para distribuirlas en la procesión.

La madre enfadada, le prohibió a la joven todo, pero ella sin prestarle atención se negó.

Luego en la mañana todos parten hacia la finca excepto la joven que se quedó sola y contenta, porque estaría mas cerca de Dios y haría el papel de su madre en la noche del viernes.

Pero hubo una tragedia donde toda la familia reaccionó y se dio cuenta que estaba cometiendo un grave error.

Regresaron de emergencia cuando recibieron una llamada de que su casa estaba en llamas y la joven desesperada había perdido todo, desde sus libros, cama, ropa, todo y lo único que conservaba era el vestido con el cual representaría a la virgen en la noche del viernes santo.

Ella lloraba desconsolada por la tragedia; pero en su llanto, le dio las Gracias a Dios incansablemente, porque esa fue la medida que el tomó para hacer reaccionar a sus padres y hermanas y se dieran cuenta que El estaba presente.

De allí todos fueron juntos a la iglesia, acompañaron a la joven a la procesión y ella estuvo feliz de que Dios le cambiara su vida y renaciera una familia nueva que no le prohibiera asistir a ningún evento desde entonces.

Nunca pierdas la fe, pide, que lo mas fuerte es la oración, y Dios nunca dice no, solo busca la manera de que te des cuenta de las cosas por muy dolorosas que sean.

Bendiciones, es mi historia. Ahora tengo 21 años y soy catequista de confirmación. Cada vez me demuestra Jesús que nunca nos abandona.

Colaboración de Angélica A. Rodríguez P.
Panamá

miércoles, 16 de julio de 2008

CONVENTO DE SANTA MARIA MAGDALENA




El pasado histórico del ex convento y templo se remonta a las dos primeras décadas del siglo XVII, a partir de la fundación del pueblo de San Martín Tlauzinteco -ahora Texmelucan- y de la necesidad de atención religiosa que tuvieron los primeros pobladores españoles. Tal fundación se realizó con motivo de las congregaciones de indios promovidas por don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey y Virrey de la Nueva España, conforme al mandato del rey.

Los dieguinos llegaron a San Martín en el año de 1615. En realidad habían conseguido licencia para fundar su convento en el pueblo de San Salvador, pero la insistencia de los nativos de San Martín fue tan persistente que correspondió a don Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar y Virrey de la Nueva España y a don Alonso de la Mota, obispo de Puebla, elaborar los decretos para que la fundación se cambiara.

Así, los dieguinos levantaron su convento a orillas del Camino Real México-Veracruz; poco después erigieron una ermita dedicada a Santa María Magdalena, esto a petición de fray Juan de Jesús, ministro provincial, quien era muy devoto de la ejemplar y soberana penitente. De esta manera, los habitantes del pueblo serían atendidos ordinariamente.

El 2 de abril de 1861 el gobernador del estado de Puebla, general Miguel Cástulo de Alatriste, hizo concesión del templo de los franciscanos y su local anexo en favor del ayuntamiento de Texmelucan, destinándolo al culto y a obras de beneficencia. Por su parte el emperador Maximiliano de Habsburgo, ratificó la concesión el 2 de octubre de 1865. Las autoridades municipales ocuparon la huerta y los claustros en los que en 1880 instalaron escuelas de instrucción primaria. Las antiguas celdas de los frailes se convirtieron en aulas de la escuela de niños varones Miguel Gugurrón, mientras que otras habitaciones y parte de la huerta se destinaron como salones de la escuela de niñas Margarita Maza. Actualmente, los claustros están ocupados por el hospital de la Cruz Roja, en tanto que la escuela de mujeres, ahora mixta, se llama Eufrosina Camacho Vda. de Ávila.

El 30 de octubre de 1933 el gobierno federal declaró Monumento Nacional el templo de Santa María Magdalena. El conjunto arquitectónico fue remodelado durante 1953 y 1954, entonces se puso al descubierto la cantera gris y se colocaron los bellos mosaicos de talavera poblana que hoy lucen sobre la nave. Posteriormente, y ante el crecimiento demográfico de la ciudad, la parroquia de San Martín y el templo de Santa María Magdalena se dividieron la atención de la feligresía local. Así, el 16 de diciembre de 1982 se creó la nueva parroquia, atendida por franciscanos.

Por último, en torno al convento y al templo ha surgido una interesante leyenda transmitida de manera oral entre los texmeluquenses. Se dice que a partir de estas construcciones, la ciudad quedó conectada por una serie de túneles que servían para que los famosos Bandidos de Río Frío huyeran de las autoridades después de cometer sus fechorías. Sin embargo, entre lo mítico y lo real queda la demostración, y hasta el momento nadie sabe a ciencia cierta la ubicación de los supuestos pasadizos.




miércoles, 2 de julio de 2008




>>LA JERARQUÍA DE LA IGLESIA<<









La constitución jerárquica de la Iglesia es una participación especíica en el sacerdocio de Cristo, de origen divino, qu se otorga por el sacramento del orden. El sacerdocio jerárquico es un carisma sacramental sobre el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, con un triple poder: SANTIFICAR, GUIAR Y ENSEÑAR a los fieles. Se ofrece en tres grados: EPISCOPADO, PRESBITERADO Y DIACONO. Este sacramento implica una consagración personal y especial al culto divino, y les permite realizar obrasen nombre de Cristo. Son ministros sagrados o clérigos. Son ministros sagrados o clérigos y el conjunto clero o clerecía.
Algunos fieles poseen como prfesión dar consejos evangélicos por votos u otros vínculos sagrados, teniendo funciones de evangelización; esto equivale a una vida consagrada.

El derecho canónico y las leyes de la sociedad civil regulan al clérigo y religiosos.Por su parte, los laicos se dedican a tareas seculares y su vida está regulada por las leyes de la sociedad civil, y por las normas del derecho canónico.
Clérigos y religiosos deben tener como preocupación básica la enseñanza de la palabra de Dios y el otorgamiento de los sacramentos, para su formación cristiana y el logro de la SANTIDAD.
Teniendo como eje la regeneración en Cristo, existe una verdadera igualdad, pues todos estamos llamados a la santidad, al amor a Dios y al servicio a los hermanos. De igual manera los laicos desempeñan su misión y tarea evangelizadora en la Iglesia para la construcción del Reino de Dios.

La constitución jerárquica de la Iglesia se forma así:


  1. El Papa
  2. Los cardenales
  3. Los arzobispos
  4. Los obispos
  5. Los sacerdotes
  6. Los diáconos
  7. La vida consagrada o religiosa
  8. Los laicos.

El obispoordena a otros obispos, a los presbiteros y a los diáconos, en virtud de la función dadapor Cristo al colegio apostólico. Es sucesor de los apóstoles y su misión es enseñar, santificar y gobernar, o sea, pastorear y guiar al pueblo de Dios.

Siendo ministro ordenado, el sacerdote colabora con el Obispo y lo representa en su parroquia, para acompañar, enseñar, celebrar, pastorear, gobernar y guiar al pueblo santo por medio de la celebración de los sacramentos, la lectura de la palabra de Dios para los hombres, en virtud de su ordenación sacerdotal.



EL PAPA




En el Papa esta representada la Iglesia Romana, siendo su primer Obispo. La misión dada a Pedro, primero entre los demás apóstoles, se deposita totalmente en el Papa.




Como deber primero tiene la transmisión de la fé a sus sucesores, como vicario de Cristo y pastor de la Iglesia universal en la Tierra.




El Papa, en unión con los obspos, dirigen la Iglesia y la reunión de todos se realiz en un CONCILIO ECUMÉNICO. A la reunión del Papa con algunos obispos que representan las conferencias episcopales de cada país se le da el nombre de SÍNODO.




El Colegio cardenalicio reunido en cónclave, (a puerta cerrada hasta la desición) elige el nuevo Papa, mediante voto secreto. Otra de las funciones del Papa es escoger y nombrar cardenales, arzobispos y obispos.



















lunes, 30 de junio de 2008

Santa Maria Magdalena




Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados."

(Mt 5,5)

Su nombre era María, que significa "preferida por Dios",María Magdalena fue así llamada ya sea por nacer en la localidad de Magdala, cerca de Tiberías, en la costa oeste de Galilea, o posiblemente por una expresión Talmúdica que significa “cabello crespo de mujer”, aunque el Talmud la describe como una adúltera.



Jesús, al dar su Espíritu a sus apóstoles, les dijo que perdonasen los pecados conforme se lo habían visto a Él hacer: y la liturgia nos recuerda hoy un ejemplo, que será siempre famoso, de la misericordia del Salvador con los que se duelen de sus pasados extravíos.

María, hermana de Marta y Lázaro, era pública pecadora, hasta que tocada un día por la gracia, vino a rendirse a los pies del Señor. “No te acerques a mí, porque estoy puro”, le dirían los soberbios; pero el Señor, al contrario, la recibe y perdona. Por eso Jesús, “acoge bondadoso la ofrenda de sus servicios”, y le ofrece para siempre un sitial de honor en su corte real. La contrición transforma su amor. “Por haber amado mucho, se le perdonan muchos pecados”. Movido por sus ruegos resucita Jesús a Lázaro, su hermano, y cuando Jesús es crucificado, le asiste, más muerta que viva; preguntando, como la esposa de los Cantares, a dónde han puesto su esposo Divino, Cristo la llama por su propio nombre, y mándale llevar a los discípulos la nueva de su Resurrección.


A imitación de la gran Santa María Magdalena, vengamos en espíritu de amor y de compunción, a ofrecer a Jesús, presente en la santa Misa, el tesoro de nuestras alabanzas. Hagámosle compañía, como las dos hermanas Marta y María; adornemos su altar, con ese recio espíritu de fe que no teme el escándalo farisaico, con todo el esplendor que conviene a la casa de Dios. Imitémosla sobre todo en su acendrado amor a Jesús, seguros de que haciéndolo así, lograremos la remisión entera de nuestras pasadas culpas, elevándonos, desde el fondo de nuestra miseria a la sima de la santidad. Al que busca a Dios con gemidos, pronto le abre la puerta de su misericordia y de sus ricos tesoros.



Cuatro menciones en los Evangelios:

1) Los siete demonios. Lo primero que dice el Evangelio acerca de esta mujer, es que Jesús sacó de ella siete demonios (Lc 8,2), lo cual es un favor grandísimo, porque una persona poseída por siete espíritus inmundos tiene que haber sido impresionantemente infeliz. Esta gran liberación obrada por Jesús debió dejar en Magdalena una gratitud profundísima.

Nuestro Señor decía que cuando una persona logra echar lejos a un mal espíritu, este se va y consigue otros siete espíritus peores que él y la atacan y así su segundo estado llega a ser peor que el primero (Lc 11,24). Eso le pudo suceder a Magdalena. Y que enorme paz habrá experimentado cuando Cristo alejó de su alma estos molestos espíritus.

A nosotros nos consuela esta intervención del Salvador, porque a nuestra alma la atacan también siete espíritus dañosísimos: el orgullo, la avaricia, la ira, la gula, la impureza o lujuria, envidia, la pereza y quizás varios más. ¿Quién puede decir que el espíritu del orgullo no le ataca día por día? ¿Habrá alguien que pueda gloriarse de que el mal espíritu de la impureza no le ha atacado y no le va a atacar ferozmente? Y lo mismo podemos afirmar de los demás.

Pero hay una verdad consoladora: Y es que los espíritus inmundos cuando veían o escuchaban a Jesús empezaban a tembar y salían huyendo. ¿Por qué no pedirle frecuentemente a Cristo que con su inmenso poder aleje de nuestra alma todo mal espíritu? El milagro que hizo en favor de la Magdalena, puede y quiere seguirlo haciendo cada día en favor de todos nosotros.

2) Se dedicó a servirle con sus bienes. Amor con amor se paga. Es lo que hizo la Magdalena. Ya que Jesús le hizo un gran favor al librarla de los malos espíritus, ella se dedicó a hacerle pequeños pero numerosos favores. Se unió al grupo de las santas mujeres que colaboraban con Jesús y sus discípulos (Juana, Susana y otras). San Lucas cuenta que estas mujeres habían sido liberadas por Jesús de malos espíritus o de enfermedades y que se dedicaban a servirle con sus bienes (Lc 8,3). Lavaban la ropa, preparaban los alimentos; quizás cuidaban a los niños mientras los mayores escuchaban al Señor; ayudaban a catequizar niños, ancianos y mujeres, etc...

3) Junto a la cruz. La tercera vez que el Evangelio nombra a Magdalena es para decir que estuvo junto a la cruz, cuando murió Jesús. La ausencia de hombres amigos junto a la cruz del Redentor fue escandalosa. Sencillamente no se atrevieron a aparecer por ahí. No era nada fácil declararse amigo de un condenado a muerte. El único que estuvo junto a Él fue Juan. En cambio las mujeres se mostraron mucho más valerosas en esa hora trágica y fatal. Y una de ellas fue Magdalena.

San Mateo (Mt 27,55), San Marcos (Mc 15, 40) y San Juan (Jn 19, 25) afirman que junto a la cruz de Jesús estaba la Magdalena. En las imágenes religiosas de todo el mundo los artistas han pintado a María Magdalena junto a María, la Madre de Jesús, cerca de la cruz del Redentor agonizante, como un detalle de gratitud a Jesús.

4) Jesús resucitado y la Magdalena. Uno de los datos más consoladores del Evangelio es que Jesús resucitado se aparece primero a dos personas que habían sido pecadoras pero se habían arrepentido: Pedro y Magdalena. Como para animarnos a todos los pecadores, con la esperanza de que si nos arrepentimos y corregimos lograremos volver a ser buenos amigos de Cristo.

Los cuatro evangelistas cuentan como María Magdalena fue el domingo de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús. San Juan lo narra de la siguiente manera:

"Estaba María Magdalena llorando fuera, junto al sepulcro y vio dos ángeles donde había estado Jesús. Ellos le dicen: - ¿Mujer, por qué lloras? - Ella les responde: - Porque se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.

Dicho esto se volvió y vio que Jesús estaba ahí, pero no sabía que era Jesús.

Le dice Jesús: - ¿Mujer por qué lloras? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que era el encargado de aquella finca le dijo: - Señor, si tú lo has llevado, dime donde lo has puesto, yo me lo llevaré.

Jesús le dice: '¡María!'

Ella lo reconoce y le dice : '¡Oh Maestro!' (y se lanzó a besarle los pies).

Le dijo Jesús: - Suéltame, porque todavía no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: 'Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios a vuestro Dios'.

Fue María Magdalena y les dijo a los discípulos: - He visto al Señor, y me ha dicho esto y esto." (Jn. 27, 11).

Esta mujer tuvo el honor de ser la encargada de comunicar la noticia de la resurrección de Jesús

jueves, 19 de junio de 2008

Florecillas de San Francisco de Asis



Las Florecillas de San Francisco, escrito por un autor desconocido en dialecto toscano en la segunda mitad del siglo XVI, es una antología de los hechos y milagros de San Francisco de Asís y sus Compañeros.

Los personajes de las «Florecillas»

Además del protagonista San Francisco, el «segundo Cristo», van desfilando, con sus características personales bien perfiladas, las figuras de sus «caballeros de la tabla redonda». El arte narrativo, por su misma ingenua inmediatez, como sucede en los frescos de Giotto, ha ido inmortalizando a esos paladines de la gran aventura evangélica, haciendo resaltar, sin falsearlos, los rasgos de cada uno. Todos ellos nos son conocidos también por otras fuentes históricas.

El hermano Bernardo de Quintavalle. Las Florecillas dedican los primeros capítulos a la amable figura del «primogénito» de San Francisco, quien le distinguió con especiales muestras de afecto y de delicadeza, no sólo por haber sido su primer seguidor, sino, sobre todo, por su don de contemplación, como también por su natural propenso a zozobras y depresiones interiores. Además de las Florecillas, ofrecen datos copiosos sobre él otras fuentes (2).

El hermano Gil de Asís. Tercero de los discípulos de Francisco, que lo recibió en el grupo el 28 de abril de 1208. Hombre de gran experiencia mística y de ingenio natural penetrante, en ocasiones cáustico, ejerció como cierto magisterio espiritual entre sus hermanos; sus sentencias, recogidas en el opúsculo Dicta beati Aegidii, están llenas de tino ascético y de buen sentido. Vivió hasta 1262. La Iglesia ha reconocido su culto como beato (3).

El hermano Silvestre de Asís. Fue el primer sacerdote alistado en la fraternidad, ya entrado en años. El día en que el hermano Bernardo distribuía a los pobres el producto de la venta de sus bienes ayudado por Francisco, Silvestre fue a reclamar una deuda que éste tenía con él por unas piedras que le había vendido. Avergonzado más tarde por ese acto de avaricia, fue tocado de la gracia, y por fin se unió al grupo cuando ya Francisco había obtenido la aprobación de la «forma de vida». Fue hombre de subida contemplación, amante del eremitorio de Monte Subasio (4).

El hermano Rufino de Asís. De familia noble, era primo hermano de Santa Clara. Entró en la fraternidad probablemente en 1210. Tímido, más bien acomplejado aun espiritualmente, amaba el silencio y el retiro; le resultaba molesto salir por la limosna y, sobre todo, ir a predicar. San Francisco, aunque alguna vez lo puso a prueba, fue siempre comprensivo con él y lo hubiera canonizado en vida. Tomó parte con los hermanos León y Ángel en la compilación del relato de los «Tres compañeros». Murió en Asís en 1278 y fue sepultado en la basílica de San Francisco, lo mismo que Bernardo, Ángel y Maseo (5).

El hermano Maseo de Marignano. Es una de las figuras más populares y castizas del primitivo franciscanismo. Entró en la fraternidad en 1210 ó 1211. De porte airoso y de maneras gentiles, era preferido por Francisco por su decir agradable, por su prudencia y porque se daba arte para protegerle a él de la indiscreción de la gente en sus raptos. Por lo mismo que era humanamente bien dotado, trabajó durante toda su vida por adquirir la virtud de la humildad; en ocasiones le ayudaba el Santo en ese empeño, ejercitándolo intencionadamente. Murió nonagenario en 1280, venerado como preciada reliquia de los tiempos heroicos (6).

El hermano León. Es el más celebre de los compañeros de San Francisco. Era sacerdote. Debido a su gran pureza de alma y a su sencillez, Francisco lo escogía con frecuencia como compañero y le hacía confidente de sus secretos. Le llamaba «ovejuela de Dios». Se ha dicho de él que es como el San Juan de Francisco, su discípulo amado. Era su confesor y también su secretario. Debió de unirse a la fraternidad en 1210 y vivió hasta 1271. Gran parte de las fuentes biográficas sobre San Francisco, desde la Vida segunda de Celano, en adelante, se inspiran en los recuerdos que dejó escritos el hermano León; el sector de los «espirituales» le miró como la personificación y el testigo de excepción del auténtico ideal del Fundador. Fue el único testigo de la estigmatización de San Francisco. De él recibió el conocido autógrafo con la bendición y las alabanzas de Dios, que llevó siempre junto al pecho como reliquia preciosa, lo mismo que la carta de libertad evangélica, que se halla entre los escritos del Santo (7).

El hermano Junípero. Propiamente hablando, no es un personaje de las Florecillas, que se limitan a mencionarlo en el capítulo 48. Su nombre familiar era Ginepro (latinizado, Iuniperus; en español, enebro). Ha pasado a la posteridad como el personaje bufo de la epopeya franciscana. Sus extravagancias daban en rostro a los prudentes; pero San Francisco, que respetaba la «gracia» particular de cada hermano y sabía descubrir la veta de la auténtica santidad, solía decir: «¡Quién me diera un bosque de juníperos!» Entró en la fraternidad en 1210. Santa Clara, que lo apodaba el «juglar de Dios», lo quiso a su cabecera a la hora de su muerte en 1253. Falleció en Roma en 1258 (8).

lunes, 2 de junio de 2008

San Antonio de Padua


Antonio de Padua
Fiesta: 13 de junio
Fraile franciscano, Doctor de la Iglesia
(1195-1231)


San Antonio nació en Portugal, pero adquirió el apellido por el que lo conoce el mundo, de la ciudad italiana de Padua, donde murió y donde todavía se veneran sus reliquias.León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes.Llamado "Doctor Evangélico". Escribió sermones para todas las fiestas del año


"El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree" -San Antonio


"Era poderoso en obras y en palabras. Su cuerpo habitaba esta tierra pero su alma vivía en el cielo" -un biógrafo de ese tiempo.


Patrón de mujeres estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le invoca por los objetos perdidos y para pedir un buen esposo/a. Es verdaderamente extraordinaria su intercesión.

Vino al mundo en el año 1195 y se llamó Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo, nombre que cambió por el de Antonio al ingresar en la orden de Frailes Menores, por la devoción al gran patriarca de los monjes y patrones titulares de la capilla en que recibió el hábito franciscano. Sus padres, jóvenes miembros de la nobleza de Portugal, dejaron que los clérigos de la Catedral de Lisboa se encargaran de impartir los primeros conocimientos al niño, pero cuando éste llegó a la edad de quince años, fue puesto al cuidado de los canónigos regulares de San Agustín, que tenían su casa cerca de la ciudad. Dos años después, obtuvo permiso para ser trasladado al priorato de Coimbra, por entonces capital de Portugal, a fin de evitar las distracciones que le causaban las constantes visitas de sus amistades.


No le faltaron las pruebas. En la juventud fue atacado duramente por las pasiones sensuales. Pero no se dejó vencer y con la ayuda de Dios las dominó. El se fortalecía visitando al Stmo. Sacramento. Además desde niño se había consagrado a la Stma. Virgen y a Ella encomendaba su pureza.


Una vez en Coimbra, se dedicó por entero a la plegaria y el estudio; gracias a su extraordinaria memoria retentiva, llegó a adquirir, en poco tiempo, los más amplios conocimientos sobre la Biblia. En el año de 1220, el rey Don Pedro de Portugal regresó de una expedición a Marruecos y trajo consigo las reliquias de los santos frailes-franciscanos que, poco tiempo antes habían obtenido allá un glorioso martirio. Fernando que por entonces había pasado ocho años en Coimbra, se sintió profundamente conmovido a la vista de aquellas reliquias y nació en lo íntimo de su corazón el anhelo de dar la vida por Cristo.


Poco después, algunos frailes franciscanos llegaron a hospedarse en el convento de la Santa Cruz, donde estaba Fernando; éste les abrió su corazón y fue tan empeñosa su insistencia, que a principio de 1221, se le admitió en la orden. Casi inmediatamente después, se le autorizó para embarcar hacia Marruecos a fin de predicar el Evangelio a los moros. Pero no bien llegó a aquellas tierras donde pensaba conquistar la gloria, cuando fue atacado por una grave enfermedad (hidropesía),que le dejó postrado e incapacitado durante varios meses y, a fin de cuentas, fue necesario devolverlo a Europa. La nave en que se embarcó, empujada por fuertes vientos, se desvió y fue a parar en Messina, la capital de Sicilia. Con grandes penalidades, viajó desde la isla a la ciudad de Asís donde, según le habían informado sus hermanos en Sicilia, iba a llevarse a cabo un capítulo general.


Mas no estaban destinadas a permanecer ocultas las claras luces de su intelecto. Sucedió que al celebrarse una ordenación en Forli, los candidatos franciscanos y dominicos se reunieron en el convento de los Frailes Menores de aquella ciudad. Seguramente a causa de algún malentendido, ninguno de los dominicos había acudido ya preparado a pronunciar la acostumbrada alocución durante la ceremonia y, como ninguno de los franciscanos se sentía capaz de llenar la brecha, se ordenó a San Antonio, ahí presente, que fuese a hablar y que dijese lo que el Espíritu Santo le inspirara. El joven obedeció sin chistar y, desde que abrió la boca hasta que terminó su improvisado discurso, todos los presentes le escucharon como arrobados, embargados por la emoción y por el asombro, a causa de la elocuencia, el fervor y la sabiduría de que hizo gala el orador. En cuanto el ministro provincial tuvo noticias sobre los talentos desplegados por el joven fraile portugués, lo mandó llamar a su solitaria ermita y lo envió a predicar a varias partes de la Romagna, una región que, por entonces, abarcaba toda la Lombardía. En un momento, Antonio pasó de la oscuridad a la luz de la fama y obtuvo, sobre todo, resonantes éxitos en la conversión de los herejes, que abundaban en el norte de Italia, y que, en muchos casos, eran hombres de cierta posición y educación, a los que se podía llegar con argumentos razonables y ejemplos tomados de las Sagradas Escrituras.

En una ocasión, cuando los herejes de Rímini le impedían al pueblo acudir a sus sermones, San Antonio se fue a la orilla del mar y empezó a gritar: "Oigan la palabra de Dios, Uds. los pececillos del mar, ya que los pecadores de la tierra no la quieren escuchar". A su llamado acudieron miles y miles de peces que sacudían la cabeza en señal de aprobación. Aquel milagro se conoció y conmovió a la ciudad, por lo que los herejes tuvieron que ceder.

A pesar de estar muy enfermo de hidropesía, San Antonio predicaba los 40 días de cuaresma. La gente presionaba para tocarlo y le arrancaban pedazos del hábito, hasta el punto que hacía falta designar un grupo de hombres para protegerlo después de los sermones.

Además de la misión de predicador, se le dio el cargo de lector en teología entre sus hermanos. Aquella fue la primera vez que un miembro de la Orden Franciscana cumplía con aquella función. En una carta que, por lo general, se considera como perteneciente a San Francisco, se confirma este nombramiento con las siguientes palabras: "Al muy amado hermano Antonio, el hermano Francisco le saluda en Jesucristo. Me complace en extremo que seas tú el que lea la sagrada teología a los frailes, siempre que esos estudios no afecten al santo espíritu de plegaria y devoción que está de acuerdo con nuestra regla".
Sin embargo, se advirtió cada vez con mayor claridad que, la verdadera misión del hermano Antonio estaba en el púlpito. Por cierto que poseía todas las cualidades del predicador: ciencia, elocuencia, un gran poder de persuasión, un ardiente celo por el bien de las almas y una voz sonora y bien timbrada que llegaba muy lejos. Por otra parte, se afirmaba que estaba dotado con el poder de obrar milagros y, a pesar de que era de corta estatura y con cierta inclinación a la corpulencia, poseía una personalidad extraordinariamente atractiva, casi magnética. A veces, bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus pies; parecía que de su persona irradiaba la santidad. A donde quiera que iba, las gentes le seguían en tropel para escucharle, y con eso había para que los criminales empedernidos, los indiferentes y los herejes, pidiesen confesión. Las gentes cerraban sus tiendas, oficinas y talleres para asistir a sus sermones; muchas veces sucedió que algunas mujeres salieron antes del alba o permanecieron toda la noche en la iglesia, para conseguir un lugar cerca del púlpito. Con frecuencia, las iglesias eran insuficiente para contener a los enormes auditorios y, para que nadie dejara de oírle, a menudo predicaba en las plazas públicas y en los mercados. Poco después de la muerte de San Francisco, el hermano Antonio fue llamado, probablemente con la intención de nombrarle ministro provincial de la Emilia o la Romagna. En relación con la actitud que asumió el santo en las disensiones que surgieron en el seno de la orden, los historiadores modernos no dan crédito a la leyenda de que fue Antonio quien encabezó el movimiento de oposición al hermano Elías y a cualquier desviación de la regla original; esos historiadores señalan que el propio puesto de lector en teología, creado para él, era ya una innovación. Más bien parece que, en aquella ocasión, el santo actuó como un enviado del capítulo general de 1226 ante el Papa, Gregorio IX, para exponerle las cuestiones que hubiesen surgido, a fin de que el Pontífice manifestara su decisión. En aquella oportunidad, Antonio obtuvo del Papa la autorización para dejar su puesto de lector y dedicarse exclusivamente a la predicación. El Pontífice tenía una elevada opinión sobre el hermano Antonio, a quien cierta vez llamó "el Arca de los Testamentos", por los extraordinarios conocimientos que tenía de las Sagradas Escrituras.

Desde aquel momento, el lugar de residencia de San Antonio fue Padua, una ciudad donde anteriormente había trabajado, donde todos le amaban y veneraban y donde, en mayor grado que en cualquier otra parte, tuvo el privilegio de ver los abundantísimos frutos de su ministerio. Porque no solamente escuchaban sus sermones multitudes enormes, sino que éstos obtuvieron una muy amplia y general reforma de conducta. Las ancestrales disputas familiares se arreglaron definitivamente, los prisioneros quedaron en libertad y muchos de los que habían obtenido ganancias ilícitas las restituyeron, a veces en público, dejando títulos y dineros a los pies de San Antonio, para que éste los devolviera a sus legítimos dueños. Para beneficio de los pobres, denunció y combatió el muy ampliamente practicado vicio de la usura y luchó para que las autoridades aprobasen la ley que eximía de la pena de prisión a los deudores que se manifestasen dispuestos a desprenderse de sus posesiones para pagar a sus acreedores. Se dice que también se enfrentó abiertamente con el violento duque Eccelino para exigirle que dejase en libertad a ciertos ciudadanos de Verona que el duque había encarcelado. A pesar de que no consiguió realizar sus propósitos en favor de los presos, su actitud nos demuestra el respeto y la veneración de que gozaba, ya que se afirma que el duque le escuchó con paciencia y se le permitió partir, sin que nadie le molestara.

Después de predicar una serie de sermones durante la primavera de 1231, la salud de San Antonio comenzó a ceder y se retiró a descansar, con otros dos frailes, a los bosques de Camposampiero. Bien pronto se dio cuenta de que sus días estaban contados y entonces pidió que le llevasen a Padua. No llegó vivo más que a los aledaños de la ciudad. El 13 de junio de 1231, en la habitación particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió los últimos sacramentos. Entonó un canto a la Stma. Virgen y sonriendo dijo: "Veo venir a Nuestro Señor" y murió. Era el 13 de junio de 1231. La gente recorría las calles diciendo: "¡Ha muerto un santo! ¡Ha muerto un santo!.Al morir tenía tan sólo treinta y cinco años de edad. Durante sus funerales se produjeron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le tenía. Los paduanos han considerado siempre sus reliquias como el tesoro más preciado.

San Antonio fue canonizado antes de que hubiese transcurrido un año de su muerte; en esa ocasión, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona "O doctor optime" en su honor y, de esta manera, se anticipó en siete siglos a la fecha del año 1946, cuando el Papa Pío XII declaró a San Antonio "Doctor de la Iglesia".

Se le llama el "Milagroso San Antonio" por ser interminable lista de favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos, desde el momento de su muerte. Uno de los milagros mas famosos de su vida es el de la mula: Quiso uno retarle a San Antonio a que probase con un milagro que Jesús está en la Santa Hostia. El hombre dejó a su mula tres días sin comer, y luego cuando la trajo a la puerta del templo le presentó un bulto de pasto fresco y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. La mula dejó el pasto y se fue ante la Santa Hostia y se arrodilló.
Iconografía: Por regla general, a partir del siglo XVII, se ha representado a San Antonio con el Niño Jesús en los brazos; ello se debe a un suceso que tuvo mucha difusión y que ocurrió cuando San Antonio estaba de visita en la casa de un amigo. En un momento dado, éste se asomó por la ventana y vio al santo que contemplaba, arrobado, a un niño hermosísimo y resplandeciente que sostenía en sus brazos. En las representaciones anteriores al siglo XVII aparece San Antonio sin otro distintivo que un libro, símbolo de su sabiduría respecto a las Sagradas Escrituras. En ocasiones se le representó con un lirio en las manos y también junto a una mula que, según la leyenda, se arrodilló ante el Santísimo Sacramento que mostraba el santo; la actitud de la mula fue el motivo para que su dueño, un campesino escéptico, creyese en la presencia real.

San Antonio es el patrón de los pobres y, ciertas limosnas especiales que se dan para obtener su intercesión, se llama "pan de San Antonio"; esta tradición comenzó a practicarse en 1890. No hay ninguna explicación satisfactoria sobre el motivo por el que se le invoca para encontrar los objetos perdidos, pero es muy posible que esa devoción esté relacionada con un suceso que se relata entre los milagros, en la "Chronica XXIV Generalium" (No. 21): un novicio huyó del convento y se llevó un valioso salterio que utilizaba San Antonio; el santo oró para que fuese recuperado su libro y, al instante, el novicio fugitivo se vio ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar al convento y devolver el libro.
En Padua hay una magnífica basílica donde se veneran sus restos mortales.

jueves, 29 de mayo de 2008

Conoce a San Felipe de Jesus


Protomártir mexicano, entrega su vida por Cristo en el Japón a los 24 años de edad.
Su nombre de verdadero fue Felipe de las Casas. Nació en la ciudad de México, en mayo del año 1572. Sus padres, inmigrantes españoles: Antonio, toledano de Illescas y Antonia, andaluza de Sevilla. Le dieron buen ejemplo. En su niñez era tan inquieto y travieso que cuando decidió irse al convento de Puebla para hacerse franciscano, su aya comentó: "Eso será cuando la higuera reverdezca". Aludiendo a una higuera seca que había en el patio de la casa. Llegó al convento de Puebla, donde residía el
Beato Sebastián De Aparicio. En efecto, Felipe duró muy poco allí. No resistió aquella vida y regresó a su casa.


Ejerció entonces el oficio de platero sin mucho éxito. Cuando había cumplido 18 años, su padre, Alonso de las Casas, lo envió a las Islas Filipinas a probar fortuna. Allí se estableció en la ciudad de Manila. Al principio estaba deslumbrado por la vida mundana, pero pronto sintió de nuevo la llamada del Señor: "Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt.16,24). Felipe entró con los franciscanos de Manila. Esta vez ya había madurado y su conversión fue de todo corazón. Cambió su nombre al de Felipe de Jesús. Estudiaba, atendía a los enfermos. Todo lo hacía con la dedicación de un hombre que vivía para Jesús.
En 1596 sus superiores le anunciaron que ya se podía ordenar sacerdote. Como no había obispo en Filipinas, la ordenación sería en México, su ciudad natal, junto con su familia y amistades de infancia. Con ese fin se embarcó en el galeón San Felipe, con Fray Juan Pobre y otros franciscanos; pero una gran tempestad desvió el barco hasta que naufragó en las costas del Japón. Felipe interpretó su naufragio como una dicha. Podría entregarse mas a Cristo por la conversión del Japón.


San Francisco Javier había misionado en el Japón dejando a su partida 2000 cristianos. La Iglesia siguió floreciendo y en 1579 habían 150000 cristianos, 54 jesuitas, 22 de ellos sacerdotes. En la isla de Kyushu, sólo en dos años, se bautizaron 70.000 japoneses. Pero la situación en Japón era precaria. En 1582 Taikosama (altísimo señor) había tomado control de todo el Japón formando un imperio. El fue al principio favorable hacia el cristianismo, pero cambió en 1587, al ser instigado por los bonzos. Entonces decretó la expulsión de los misioneros y la demolición de los templos cristianos. Al principio la orden no se aplicó rigurosamente y los misioneros eran tolerados mientras se mantenían en la clandestinidad, vestidos a la japonesa. En esta situación estaban cuando llegó la primera expedición de franciscanos, que inmediatamente comenzó una gran actividad misionera. Allí estaban Fray Pedro Bautista y algunos hermanos de la provincia Franciscana de Filipinas.


En noviembre del 1596 embarrancó en Urando el galeón San Felipe con Felipe y los otros franciscanos a bordo. El gobernador del lugar, conociendo las riquezas del navío, dio orden de expropiación, y el emperador, para encubrir el robo, promulgó de nuevo en Osaka y Meako el edicto de 1587, alegando que los frailes hacían un proselitismo ilegal y que preparaban una invasión militar. La orden, posteriormente, quedó restringida a «sólo los que han llegado de Filipinas y a sus acompañantes». Quedaban, pues, condenados a la ejecución 5 franciscanos de Meako con 15 japoneses bautizados, y 1 franciscano con 2 japoneses cristianos de Osaka. A ellos se añadieron voluntariamente Pablo Miki, Juan de Goto y Diego Kisai, tres japoneses que estaban con los jesuitas de Osaka y que quisieron ser recibidos in extremis en la Compañía. Veintiséis en total. Entre los franciscanos había cuatro españoles, fray Pedro Bautista, de Avila, fray Martín de la Ascensión, de Vergara según parece, fray Francisco Blanco, de Orense, y fray Francisco de Miguel, de Valladolid. Y con ellos, fray Gonzalo García, indio portugués, y fray Felipe de Jesús, mexicano.


La noticia causó alegría y entusiasmo entre los cristianos, cosa que desconcertó a los paganos. Los neófitos acudían a las casas custodiadas de los misioneros para ofrecerles sus bienes y sus vidas. San Pedro Bautista, superior de los franciscanos, escribía a última hora: «Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por hacernos esta merced de padecer con alegría por su amor».


Hasta los niños cristianos participaban del alegre coraje de sus mayores. A uno de ellos le preguntó un misionero: «¿Y qué harás tú cuando se enteren que eres cristiano». A lo que el chico, poniéndose de rodillas e inclinando la cabeza, contestó: «Haré así». «¿Y qué le dirás al verdugo cuando vaya a matarte?»... «Diré "¡Jesús, María! ¡Jesús, María!", hasta que me hayan cortado la cabeza»... Por su parte, fray Felipe de Jesús comentó: «Dios hizo que se perdiera el [galeón] San Felipe para ganar a fray Felipe».


El 3 de enero de 1597, en Meako, se les cortó a los reos cristianos la mitad de la oreja izquierda y, de tres en tres, fueron llevados por la ciudad en carretas, precedidas por el edicto mortal. Queriendo el emperador infundir en sus súbditos horror al cristianismo, dispuso que fueran llevados por Hiroshima y Yamaguchi, hacia el este, hasta Nagasaki, en la isla Kyushu, donde era muy grande la presencia de cristianos. Allí, en una colina que domina sobre la ciudad y la bahía, fueron dispuestos los mártires ante las cruces que les habían preparado. «¡Qué abrazado estaba con su cruz fray Felipe!», contaba un testigo...


26 mártires fueron crucificados. Entre ellos habían franciscanos y jesuitas como también laicos. Fray Martín de la Ascensión cantaba el Benedictus a voz en grito. Luis Ibaraki, de doce años, el más pequeño, repite una y otra vez: «Paraíso, paraíso, Jesús, María». Antonio, de trece años, «que estaba al lado de Luis, fijos los ojos en el cielo, y después de invocar los nombres de Jesús y María, entonó el salmo Alabad, siervos del Señor, que había aprendido en la catequesis de Nagasaki, pues en ella se les hace aprender a los niños ciertos salmos». Otros cantaban el Te Deum con entusiasmo. Y la muchedumbre de cristianos aclamaba con los mártires: «¡Jesús, María!».


Fray Felipe de Jesús no podía decir nada pues el sedile de su cruz quedaba muy bajo, y estaba casi colgando de la argolla que le sujetaba el cuello. Apenas logró gritar tres veces el nombre de Jesús, haciendo verdadero su santo nombre: Felipe de Jesús. Viéndole acabado, lo mataron al modo acostumbrado: dos lanzas atravesaron sus costados, y cruzándose en el pecho, salieron por sus hombros. Así murieron todos, Felipe el primero. Era el 5 de febrero de 1597.
Según relata una leyenda, ese mismo día la higuera seca de su hogar tomó vida y dio fruto. Felipe había llegado a la santidad mas heroica.


Fue beatificado, juntamente con sus compañeros mártires el 14 de septiembre de 1627.Canonizados el 8 de junio de 1862 por el papa Pío IX. Una de las dos iglesias romanas dedicadas a la Virgen de Guadalupe, en la Vía Auerlia, 677, lo tiene por segundo titular. En la colina de los mártires de Nagasaki, la iglesia que corona el conjunto de construcciones está dedicada a San Felipe de Jesús.
Es patrono de la ciudad de México y de su Arzobispado.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Santa Clara de Asis




Clara significa: "vida transparente"
"El amor que no puede sufrir no es digno de ese nombre" -Santa Clara.

Clara nació en Asís, Italia, en 1193.
Su padre, Favarone Offeduccio, era un caballero rico y poderoso. Su madre, Ortolana, descendiente de familia noble y feudal, era una mujer muy cristiana, de ardiente piedad y de gran celo por el Señor. Desde sus primeros años Clara se vio dotada de innumerables virtudes y aunque su ambiente familiar pedía otra cosa de ella, siempre desde pequeña fue asidua a la oración y mortificación. Siempre mostró gran desagrado por las cosas del mundo y gran amor y deseo por crecer cada día en su vida espiritual. Ya en ese entonces se oía de los Hermanos Menores, como se les llamaba a los seguidores de San Francisco. Clara sentía gran compasión y gran amor por ellos, aunque tenía prohibido verles y hablarles. Ella cuidaba de ellos y les proveía enviando a una de las criadas. Le llamaba mucho la atención como los frailes gastaban su tiempo y sus energías cuidando a los leprosos. Todo lo que ellos eran y hacían le llamaba mucho la atención y se sentía unida de corazón a ellos y a su visión.


Su llamada y su encuentro con San Francisco.
Cofundadora de la orden.

La conversión de Clara hacia la vida de plena santidad se efectuó al oír un sermón de San Francisco de Asís. En 1210, cuando ella tenía 18 años, San Francisco predicó en la catedral de Asís los sermones de cuaresma e insistió en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de las riquezas y bienes materiales. Al oír las palabras: "este es el tiempo favorable... es el momento... ha llegado el tiempo de dirigirme hacia El que me habla al corazón desde hace tiempo... es el tiempo de optar, de escoger..", sintió una gran confirmación de todo lo que venía experimentando en su interior. Durante todo el día y la noche, meditó en aquellas palabras que habían calado lo más profundo de su corazón. Tomó esa misma noche la decisión de comunicárselo a Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la detuviera en responder al llamado del Señor, depositando en El toda su fuerza y entereza. Cuando su corazón comprendió la amargura, el odio, la enemistad y la codicia que movía a los hombres a la guerra comprendió que esta forma de vida eran como la espada afilada que un día traspasó el corazón de Jesús. No quiso tener nada que ver con eso, no quiso otro señor mas que el que dio la vida por todos, aquel que se entrega pobremente en la Eucaristía para alimentarnos diariamente. El que en la oscuridad es la Luz y que todo lo cambia y todo lo puede, aquel que es puro Amor. Renace en ella un ardiente amor y un deseo de entregarse a Dios de una manera total y radical. Clara sabía que el hecho de tomar esta determinación de seguir a Cristo y sobre todo de entregar su vida a la visión revelada a Francisco, iba a ser causa de gran oposición familiar, pues el solo hecho de la presencia de los Hermanos Menores en Asís estaba ya cuestionando la tradicional forma de vida y las costumbres que mantenían intocables los estratos sociales y sus privilegios. A los pobres les daba una esperanza de encontrar su dignidad, mientras que los ricos comprendían que el Evangelio bien vivido exponía por contraste sus egoísmos a la luz del día. Para Clara el reto era muy grande. Siendo la primera mujer en seguirle, su vinculación con Francisco podía ser mal entendida. Santa Clara se fuga de su casa el 18 de Marzo de 1212, un Domingo de Ramos, empezando así la gran aventura de su vocación. Se sobrepuso a los obstáculos y al miedo para darle una respuesta concreta al llamado que el Señor había puesto en su corazón. Llega a la humilde Capilla de la Porciúncula donde la esperaban Francisco y los demás Hermanos Menores y se consagra al Señor por manos de Francisco. La vida de Oración Para Santa Clara la oración era la alegría, la vida; la fuente y manantial de todas las gracias, tanto para ella como para el mundo entero. La oración es el fin en la vida Religiosa y su profesión. Ella acostumbraba pasar varias horas de la noche en oración para abrir su corazón al Señor y recoger en su silencio las palabras de amor del Señor. Muchas veces, en su tiempo de oración, se le podía encontrar cubierta de lágrimas al sentir el gran gozo de la adoración y de la presencia del Señor en la Eucaristía, o quizás movida por un gran dolor por los pecados, olvidos y por las ingratitudes propias y de los hombres. Se postraba rostro en tierra ante el Señor y, al meditar la pasión las lágrimas brotaban de lo mas íntimo de su corazón. Muchas veces el silencio y soledad de su oración se vieron invadidos de grandes perturbaciones del demonio. Pero sus hermanas dan testimonio de que, cuando Clara salía del oratorio, su semblante irradiaba felicidad y sus palabras eran tan ardientes que movían y despertaban en ellas ese ardiente celo y encendido amor por el Señor. Hizo fuertes sacrificios los cuarenta y dos años de su vida consagrada. Cuando le preguntaban si no se excedía, ella contestaba: Estos excesos son necesarios para la redención, "Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús en la Cruz no habría Salvación". Ella añadía: "Hay unos que no rezan ni se sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo hacen. Si no se estableciera ese equilibrio espiritual la tierra sería destrozada por el maligno". Santa Clara aportó de una manera generosa a este equilibrio.

Nuestro padre Francisco

Nuestro padre Francisco

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