Musica

Powered by eSnips.com

XXIII Aniversario Jufra San Martin

XXIII Aniversario Jufra San Martin

jueves, 19 de junio de 2008

Florecillas de San Francisco de Asis



Las Florecillas de San Francisco, escrito por un autor desconocido en dialecto toscano en la segunda mitad del siglo XVI, es una antología de los hechos y milagros de San Francisco de Asís y sus Compañeros.

Los personajes de las «Florecillas»

Además del protagonista San Francisco, el «segundo Cristo», van desfilando, con sus características personales bien perfiladas, las figuras de sus «caballeros de la tabla redonda». El arte narrativo, por su misma ingenua inmediatez, como sucede en los frescos de Giotto, ha ido inmortalizando a esos paladines de la gran aventura evangélica, haciendo resaltar, sin falsearlos, los rasgos de cada uno. Todos ellos nos son conocidos también por otras fuentes históricas.

El hermano Bernardo de Quintavalle. Las Florecillas dedican los primeros capítulos a la amable figura del «primogénito» de San Francisco, quien le distinguió con especiales muestras de afecto y de delicadeza, no sólo por haber sido su primer seguidor, sino, sobre todo, por su don de contemplación, como también por su natural propenso a zozobras y depresiones interiores. Además de las Florecillas, ofrecen datos copiosos sobre él otras fuentes (2).

El hermano Gil de Asís. Tercero de los discípulos de Francisco, que lo recibió en el grupo el 28 de abril de 1208. Hombre de gran experiencia mística y de ingenio natural penetrante, en ocasiones cáustico, ejerció como cierto magisterio espiritual entre sus hermanos; sus sentencias, recogidas en el opúsculo Dicta beati Aegidii, están llenas de tino ascético y de buen sentido. Vivió hasta 1262. La Iglesia ha reconocido su culto como beato (3).

El hermano Silvestre de Asís. Fue el primer sacerdote alistado en la fraternidad, ya entrado en años. El día en que el hermano Bernardo distribuía a los pobres el producto de la venta de sus bienes ayudado por Francisco, Silvestre fue a reclamar una deuda que éste tenía con él por unas piedras que le había vendido. Avergonzado más tarde por ese acto de avaricia, fue tocado de la gracia, y por fin se unió al grupo cuando ya Francisco había obtenido la aprobación de la «forma de vida». Fue hombre de subida contemplación, amante del eremitorio de Monte Subasio (4).

El hermano Rufino de Asís. De familia noble, era primo hermano de Santa Clara. Entró en la fraternidad probablemente en 1210. Tímido, más bien acomplejado aun espiritualmente, amaba el silencio y el retiro; le resultaba molesto salir por la limosna y, sobre todo, ir a predicar. San Francisco, aunque alguna vez lo puso a prueba, fue siempre comprensivo con él y lo hubiera canonizado en vida. Tomó parte con los hermanos León y Ángel en la compilación del relato de los «Tres compañeros». Murió en Asís en 1278 y fue sepultado en la basílica de San Francisco, lo mismo que Bernardo, Ángel y Maseo (5).

El hermano Maseo de Marignano. Es una de las figuras más populares y castizas del primitivo franciscanismo. Entró en la fraternidad en 1210 ó 1211. De porte airoso y de maneras gentiles, era preferido por Francisco por su decir agradable, por su prudencia y porque se daba arte para protegerle a él de la indiscreción de la gente en sus raptos. Por lo mismo que era humanamente bien dotado, trabajó durante toda su vida por adquirir la virtud de la humildad; en ocasiones le ayudaba el Santo en ese empeño, ejercitándolo intencionadamente. Murió nonagenario en 1280, venerado como preciada reliquia de los tiempos heroicos (6).

El hermano León. Es el más celebre de los compañeros de San Francisco. Era sacerdote. Debido a su gran pureza de alma y a su sencillez, Francisco lo escogía con frecuencia como compañero y le hacía confidente de sus secretos. Le llamaba «ovejuela de Dios». Se ha dicho de él que es como el San Juan de Francisco, su discípulo amado. Era su confesor y también su secretario. Debió de unirse a la fraternidad en 1210 y vivió hasta 1271. Gran parte de las fuentes biográficas sobre San Francisco, desde la Vida segunda de Celano, en adelante, se inspiran en los recuerdos que dejó escritos el hermano León; el sector de los «espirituales» le miró como la personificación y el testigo de excepción del auténtico ideal del Fundador. Fue el único testigo de la estigmatización de San Francisco. De él recibió el conocido autógrafo con la bendición y las alabanzas de Dios, que llevó siempre junto al pecho como reliquia preciosa, lo mismo que la carta de libertad evangélica, que se halla entre los escritos del Santo (7).

El hermano Junípero. Propiamente hablando, no es un personaje de las Florecillas, que se limitan a mencionarlo en el capítulo 48. Su nombre familiar era Ginepro (latinizado, Iuniperus; en español, enebro). Ha pasado a la posteridad como el personaje bufo de la epopeya franciscana. Sus extravagancias daban en rostro a los prudentes; pero San Francisco, que respetaba la «gracia» particular de cada hermano y sabía descubrir la veta de la auténtica santidad, solía decir: «¡Quién me diera un bosque de juníperos!» Entró en la fraternidad en 1210. Santa Clara, que lo apodaba el «juglar de Dios», lo quiso a su cabecera a la hora de su muerte en 1253. Falleció en Roma en 1258 (8).

No hay comentarios:

Nuestro padre Francisco

Nuestro padre Francisco

Visitas:


Contador gratis